Tzu, Sun
El tiempo transcurre, y en ese transcurrir quedan inmersos los elementos que hacen el mundo; así hombres, imperios, historias, ciencias, mitos, quedan sujetos a la pulsión del tiempo. Así ocurre desde el primero de los días y desde que el hombre intenta, con denodado esfuerzo, guardar registro de los hechos que dan forma, y que en los distintos ayeres dieron forma, al hasta entonces mundo conocido. Es en el transcurso del tiempo que los hombres, a veces por cuestiones de azar y otras veces propiciados por ciertos intereses, han conservado historias, libros, nombres, y han perdido, a la vez, otras historias, otros libros, y otros nombres. El arte de la guerra escrito por Sun Tzu, convoca una dualidad establecida por el recuerdo y el casi olvido, extremas consecuencias nacidas a partir del paso, del transcurrir, del tiempo. Así como el libro es hasta el día de hoy un clásico de la estrategia militar, y lleva veinticuatro siglos generando estudios y aplicaciones prácticas, así como en la actualidad la sustancia de sus páginas es tenida muy en cuenta entre las vicisitudes guerreras de este mundo globalizado, su autor, en cambio, aparece con vestimenta de fantasma, sobre él poco y nada es lo que se sabe. Sobre la figura de Sun Tzu pueden encontrarse datos que dan entidad a su padre, Sun Ping, también militar de carrera, pero aparentemente con su existencia ubicada en el estado de Qi; la historia afirma que Sun Tzu fue criado en una familia de militares y que por tanto terminó como experto en temas bélicos; su nombre, afirmando su existencia como hombre, aparece registrado alrededor del año 500 a. C. De la vida de Sun Tzu se guarda el relato de un hecho, consignado de manera casi coincidente en dos libros, el Shih Chi, una historia de China, y el Wu Yüeh Ch’un-ch’in, que protagonizó el estratega cuando fue consultado por el rey Ho-Lü, titular del reino de Wu. Aparentemente el rey pidió a Sun Tzu que ejemplificara desplazamientos militares dentro del palacio, y que para ello utilizara a las mujeres que rápidamente podían ser convocadas en el lugar. Según una crónica fueron 180, y según la otra 300, las mujeres llamadas a filas. Sun Tzu aceptó, y puso al mando del improvisado ejército a dos concubinas del rey. Sun Tzu explicó que cuando él ordenara “frente”, avanzaran en la dirección del corazón; que cuando ordenara “izquierda”, avanzaran en la dirección de la mano izquierda, y de la misma manera debería ocurrir, que avanzaran en la dirección señalada por la mano derecha, cuando la orden fuera “derecha”; y que cuando ordenara “atrás”, todas retrocedieran siguiendo la dirección que señalaran sus espaldas. Era simple, y todas las mujeres habían entendido. Sun Tzu entonces ordenó “frente derecha”, y las mujeres se rieron. Sun Tzu repitió las órdenes tres veces y las explicó cinco; dio nueva indicación y las mujeres volvieron a reír. Como las órdenes ya habían sido dadas nuevamente por el comandante, o sea él mismo, la lógica militar de Sun Tzu indicaba que los responsables del jolgorio eran los oficiales, las concubinas del rey, a quienes ordenó ejecutar. El rey de Wu intentó salvar a sus dos mujeres, pero Sun Tzu contestó que cuando un servidor ha sido nombrado comandante y cuando está a la cabeza del ejército, no está obligado a acatar todas las órdenes del soberano. Al parecer las mujeres fueron ejecutadas, y el ejército de mujeres ya no encontró motivos de júbilo y marchó en silencio. Así Ho-Lü percibió las dotes de comandante de Sun Tzu, que luego fue nombrado general. Derrotó al estado de Ch’u y al de Ying, y logró obediencia de Ch’i y Chin. La escasa biografía de Sun Tzu aparenta ser veraz; la tradición lo ubica al frente de las fuerzas armadas del reino de Wu, pero llama la atención la ausencia de, por ejemplo, los textos auténticos, así como también la falta de historias, datos, y anécdotas de su vida, cuando la importancia de su existencia no fue la misma que la exhibida por un soldado más, cuya vida pudo ser lógicamente aplastada por el paso del tiempo. Existen dudas sobre su lugar de nacimiento, sobre sus estudios, y también sobre su posible carrera en el ejército. Su nombre desaparece de los registros luego de la conquista de Ying. Así el enigma cierra su ciclo, el nombre de Sun Tzu no dejará más rastros que la autoría de El arte de la guerra. Muchos investigadores han arriesgado teorías sobre las razones de su desaparición, incluso se ha arriesgado la idea de que Sun Tzu jamás haya existido y que su nombre se deba a maniobras de Wu Tzu-Hsü, el personaje que teóricamente lo presentara al rey de Wu, quien, de comprobarse esta teoría, se transformaría así en el verdadero autor de El arte de la guerra. Todo lo contrario sucedió con el libro. A lo largo de la historia ha sido herramienta válida y clara sobre el “arte” de librar guerras, y una guía cuidadosa para tener muy en cuenta los elementos tácticos y logísticos necesarios para lograr la victoria. En la historia del mundo en guerra, consejos como El arte de la guerra se basa en el engaño, por eso debes fingir que eres inepto cuando seas capaz y simular pasividad cuando estés decidido a atacar, y El enemigo es codicioso. Atráelo con señuelos, ofrécele pequeñas “victorias”; simula desorden para luego atacarlo por sorpresa, siempre han estado en la primera línea del pensamiento guerrero. La economía, siempre compañera de la acción guerrera entre reinos, países o ideas, también está presente en el libro de Sun Tzu; guerra y economía, casi una misma cuestión Siempre evalúa las ventajas y perjuicios antes de entrar en acción y realiza un balance de las pérdidas y ganancias que ofrece cada oportunidad. Sun Tzu aconseja No avanzar de manera imprudente y precipitada, reunir fuerzas, conocer la situación del enemigo y lograr el consenso de la tropa, es suficiente, y también garantiza los resultados si los estudiosos se atienen a sus aplicaciones guerreras Quien aplique el arte de la guerra no se desconcertará al lanzar el ataque, ni se encontrará en problemas por las variantes tácticas durante el combate. Por eso es que repito: conoce a tu adversario y conócete a ti mismo y no habrá peligro alguno en el camino hacia la victoria. La actualidad de El arte de la guerra en los días de este mundo globalizado es explícita. Los conflictos, los enfrentamientos en las guerras por la conquista del poder de la riqueza, el maná prometido, hoy compromete sangre y mucho más. Los escritos de Sun Tzu advierten al guerrero de nuestros días sobre la importancia y riesgos de determinados lugares y acciones Al salir a combatir fuera de nuestro propio reino, nos encontraremos con diferentes tipos de terrenos y con numerosos escenarios de combate. Las zonas que poseen salida hacia los cuatro puntos cardinales son de fácil comunicación; los territorios en el interior del reino enemigo son estratégicos, los cercanos a las fronteras son de menor importancia, y también propone la reflexión Quien haya logrado numerosas victorias, ocupado tierras, conquistado ciudades y poblaciones, pero resulte inepto para explotar los beneficios de su acción bélica, habrá derrochado el tiempo y los recursos militares de su reino. Podría firmarse que hoy es necesario conocer El arte de la guerra de Sun Tzu, un libro para tener en cuenta por combatientes y no combatientes; un libro sobre tácticas, sobre los caminos hacia la victoria, sobre la guerra. Un libro obligado para todo guerrero que no dude en empuñar “armas” para llegar a la victoria, y también para aquellos que sólo estén interesados en sobrevivir y cuidarse en un mundo por demás injusto; eso sí, las “armas” atraen a la sangre, conoce a tu adversario y conócete a ti mismo, recomienda Sun Tzu, y entonces, luego, decide… Edgardo Lois